Unos amenazan, otros actúan. En la previa de la visita del Real Madrid a la Nueva Condomina, José Mourinho avisó que pondría una cruz sobre quienes no diesen la talla ante un 2ªB. Y que en caso de producirse una nueva debacle copera (por favor, evitemos términos como Centenariazo, Alcorconazo y demás topicazos), no le quedaría más remedio que recurrir en el futuro a los jugadores del Castilla.
Mientras, en el Barça del cambio de ciclo, de la inestabilidad social y la guerra civil entre juntas, Pep Guardiola optó por dejar a siete de sus titulares en casa y dar una nueva oportunidad a los menos habituales, conjuntados con una selección de los mejores jugadores del B.
Cierto que las comparaciones son odiosas, que del resultado de un encuentro de ida en una eliminatoria de Copa no deben extraerse demasiadas conclusiones (a pesar del 4-0 en Alcorcón, el Real Madrid de Pellegrini firmó 96 puntos en la Liga), pero seguro que tras la primera toma de contacto con el ‘torneo del KO’, Andreu Fontàs, Marc Bartra, Thiago Alcántara, Nolito y compañía pudieron conciliar el sueño mucho mejor que Karim Benzema o Esteban Granero.
La victoria del Barça ante el Ceuta estuvo marcada por los factores que determinan que, hoy por hoy y a pesar de Mourinho, el Barça sigue sabiendo a lo que juega. Y lo que es más importante, que cuenta con una identidad propia que es la envidia del fútbol mundial, a pesar de que el Real Madrid, el Inter, el Manchester United, el City o el Chelsea puedan ganarlo todo esta temporada. Porque, ¿cuántos de ellos lo podrán hacer con seis, siete u ocho canteranos en su once titular?
Con Puyol (suplente) y Pedro como únicos internacionales en la expedición, Guardiola dio minutos a jugadores como Mascherano -continúa con su particular proceso de adaptación-, Adriano –incisivo y extramotivado tras su ausencia en las últimas convocatorias-, Keita o Maxwell. Y tiró del filial para completar un once que además de una media de edad irrisoria (24,4 años) ha aportado infinidad de detalles para entender al Barça del futuro.
Bartra y Fontàs (con permiso de Marc Muniesa y el juvenil Sergi Gómez) se perfilan como recambios de lujo a medio plazo para Puyol y Piqué. Es mucho decir, pero acostumbrados ya a mirar a los ojos a los mejores rivales de la Segunda División, recurrir a su salida de balón, velocidad en el corte y seguridad en las incursiones ofensivas fueron una solución más que acertada en la visita a Ceuta.
El caso de Thiago es más complicado. Su calidad le convierte en el candidato número uno a dar el salto definitivo al primer equipo. Pero su temperamento y descaro a veces le juegan malas pasadas. Por eso Guardiola le exige tanto. Para evitar casos como los de De la Peña (¿y Bojan?) No fue su mejor partido, pero aún así, el equipo no echó de menos a Xavi. Su contrapunto, Jonathan dos Santos, apenas dispuso de minutos. Quizás debido a la entrada obligada del eléctrico Nolito a la media hora, en sustitución de un Jeffren Suárez al que parece haber mirado un tuerto. Con la salvedad del Mundial de Clubes y de su golazo al Xerez, el canario cuenta por lesiones sus comparecencias en el once titular y en Ceuta no fue menos: luxación de hombro y cuatro semanas de baja.
No se trata de plantillas largas o cortas, sino de actitud y confianza. De una filosofía que, si bien es difícil que garantice éxitos inmediatos (a excepción de sorpresas como la de Pedro), suma en casos de emergencia hasta ampliar progresivamente el plantel. A diferencia de los mensajes fuera de tono y ‘cruces’ de Mourinho –cabe recordar que apenas llevamos dos meses de temporada-, cada entrenamiento con el primer equipo, convocatoria, o en la Copa supone una rayita más en la vida deportiva de estos jóvenes talentos que, como en los videojuegos, acaban de iniciar su partida y necesitan que sus niveles de energía estén a tope por lo que pueda pasar. Pero del lavado de imagen y 'masajes' al portugués y a amigos (un desconocido como Joao de Deus recibió más atenciones que muchos técnicos de Primera) ya hablaremos en otra ocasión.
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